Durante casi 30 años, el mundo ha estado enfrentando una epidemia de obesidad. En particular, América Latina está siendo afectada. El 58 por ciento de su población tiene sobrepeso, el 23 por ciento es obeso.
Eve Crownley, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dice que “las alarmantes tasas de sobrepeso y obesidad en América Latina y el Caribe deben atraer la atención de los gobiernos hacia la región para introducir políticas que aborden el hambre y la desnutrición en todas sus formas”.
Lecciones de Chile
Chile ha tomado la iniciativa. El éxito del país en este frente puede servir como una lección para el mundo.
Primero, Chile reconoció la necesidad de tomar una acción urgente para enfrentar la obesidad. El gobierno se ha visto obligado a actuar, ya que dos tercios de su población tienen sobrepeso u obesidad y un ciudadano chileno muere cada hora a causa de la obesidad.
Hace dos años, el país promulgó una nueva ley alimentaria. Desde entonces, multinacionales como Kellogg’s han tenido que eliminar las letras llamativas de las cajas de cereales endulzados. Está prohibido vender golosinas como Kinder Sorpresa, que atrae a los consumidores jóvenes con juguetes. La venta de botanas como chocolates o helado en las escuelas chilenas también. Y no hay más anuncios dirigidos a niños para tales productos en televisión o Internet.
Los expertos en nutrición están convencidos de que estas medidas se encuentran entre las más ambiciosas del mundo y podrían servir de modelo para todos los demás.
“Es difícil exagerar la importancia de las acciones de Chile, o lo difícil que ha sido hacer frente a las presiones habituales”, afirma Stephen Simpson, director del Centro Charles Perkins, una organización de investigadores especializados en nutrición y obesidad.
Chile, un ejemplo para el mundo
Muchos países se han visto sometidos a una enorme presión por parte de las compañías de alimentos y refrescos para evitar regulaciones similares.
Chile decidió que en lugar de aconsejar a la ciudadanía sobre qué comer, a través de campañas similares a la de Michelle Obama en Estados Unidos, el gobierno analizaría qué alimentos prohibir.
Según las autoridades chilenas, se escucharon las opiniones de la industria alimentaria y se han tenido en cuenta, pero las políticas fueron diseñadas para hacer que los intereses de los ciudadanos chilenos sean una prioridad.
Cambiar las etiquetas también fue una estrategia efectiva. El gobierno chileno ha reconocido que el público a menudo compra de manera automática, y dedica poco tiempo a ver las etiquetas. Para resolver este problema, el Ministerio de Salud ha trabajado con diseñadores gráficos para desarrollar etiquetas de advertencia sencillas. Estas señales de ALTO en blanco y negro indican si un producto contiene demasiada sal, azúcar, calorías o grasa. Estas son fáciles de ver en la parte frontal del empaque, lo que ayuda a los consumidores a aprender a tomar decisiones más saludables.
El eslogan
Desde su lanzamiento el año pasado, la campaña ha influido positivamente en el comportamiento del público en general. Casi el 40% de los ciudadanos chilenos dicen que usan símbolos para decidir qué comprar. Según el periódico chileno El Mercurio, los consumidores recurren a productos más saludables. Como resultado, la industria alimentaria reformula sus productos a un ritmo sin precedentes, y las etiquetas de advertencia se eliminan de las opciones nuevas y mejoradas.
Pero el país no tiene intención de detenerse allí. El gobierno planea tomar más medidas para revertir la epidemia de obesidad.